“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” —Juan 14:6
Recientemente me enfrasqué en una conversación con un viejo amigo, el cual es un investigador y profesor en una reputada universidad de Norteamérica. Hablábamos del propósito de la vida y el destino de los hombres. Este hombre afirma que todas las religiones, si son vividas seriamente, proporcionan felicidad al individuo. No obstante, atacó a algunos cristianos que tenían una postura “radical y fanática”. Le respondí: es que no hay otra manera de llegar a Dios sino es por Su Hijo Jesús. Y esta declaración fue suficiente para terminar la conversación. El orgullo del hombre no le permite aceptar la exclusividad de Jesús.
Nuestro texto encierra la verdad más gloriosa y profunda jamás recibida por oídos humanos, que ha la vez fueron dichas de una manera clara y sencilla. Y el propósito de Jesús es que no miremos más a otro lado, sino sólo a Él. En el contexto, Jesús le garantiza a Sus discípulos un lugar en los cielos. Ellos han confiado en Él, y aún así, parece que no conocen mucho de la fe. De hecho, Tomás se apresura a afirmar que ellos no conocen a dónde va Jesús, por lo que tampoco conocen el camino. Incluso, Felipe es capaz de insistir en que quieren conocer al Padre. Y esto nos muestra que una pequeña y frágil fe verdadera en Jesús es suficiente para opacar todas nuestras inconsistencias teológicas y nuestras dudas. Porque nada de esto impide que lleguemos a nuestro destino eterno. ¿Saben por qué? Por Quien es Jesús.
Jesús no muestra simplemente el camino; él mismo es el camino. Sí, nos muestra el camino al Padre, pero es más que eso; Él mismo es el camino. Relaciona a Dios con los hombres y reconcilia a los hombres con Dios.
No sólo habla verdad, no sólo es la vía por la cual nos llega la verdad, sino que Él mismo lo es la encarnación de la verdad. Es la clara realidad en contraste con las sombras que lo preceden. Sólo en Él podemos entender perfectamente toda revelación de parte de Dios. Él es la verdad que nos santifica, que nos guía y que nos hace libres.
Además es la vida, y sin vida no se puede llegar al Padre. Estamos muertos sin Cristo. “El que tiene al Hijo, tiene la vida…”. “…Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). Él puede renovarte, recrearte, darte vida eterna, vida en abundancia.
Así que, Cristo lo es todo y sin Él no tienes nada. ¿Cómo puede recibir esto un hombre natural? No hay manera, debido a que esta verdad lo coloca en el lugar que debe estar; completamente desprovisto de toda esperanza sin Cristo.
¿Es Cristo simplemente algo que añades a tu vida? ¿Es Él y sólo Él la garantía que da seguridad a tu esperanza? ¿O confías en algo más? ¿Cómo esta verdad puede permitirte descansar, al saber que no necesitas otra cosa para alcanzar la vida eterna?