Porque los ojos del SEÑOR recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo… —2 Crónicas 16:9
Este pasaje presenta una de las verdades más consoladoras reveladas en la Palabra; el Poderoso siempre socorre a los débiles. Aunque sólo favorece a los débiles que se refugian en Él. Aquellos que claman “desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo. Porque tú has sido refugio para mí, torre fuerte frente al enemigo” (Salmos 61:2-3).
Pero, aunque muchos se benefician de esta verdad, otros aprenden al sufrir por no descansar en el Dios que salva sin necesidad de espada ni de lanza (1 Samuel 17:47), o bien por olvidarlo en el momento de la prueba. Y esta es la historia detrás de esta declaración gloriosa.
El rey de Israel tenía una gran estrategia para vencer a Judá. Israel se había corrompido y todos sus reyes dieron la espalda a su Dios. Mas no fue así del todo con Judá. Hubo reyes que honraron a Dios, por lo que Judá prevaleció más tiempo que el reino del norte. De hecho, Asa es presentado como un hombre de Dios (2 Crónicas 15:17).
Sin embargo, aquí está asustado por la fuerza de sus enemigos y sólo se le ocurre buscar auxilio en el brazo del hombre (Siria) para vencerlos. Jehová le recuerda que cuando ellos confiaron en su brazo, él los libró de los etíopes y los libios, quienes eran muy poderosos. Dios dice que Asa actuó “locamente.” Y es lo que hacemos cuando las fuertes tempestades de la aflicción nos hacen apartar la vista del Gran Yo Soy.
¿No debió Asa clamar “¡Ah, Señor DIOS! He aquí, tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; nada es imposible para ti… oh grande y poderoso Dios, el SEÑOR de los ejércitos es su nombre” (Jeremías 32:17-18)?
¡Oh, hijo de Dios! Él ha sido para ti provisión, salvación y protección. Reconócelo en el día malo y él te mostrará su fidelidad para contigo. En cambio, si no le honras y buscas el auxilio fuera de él, recuerda que es celoso y no comparte su gloria. El juicio vino sobre Asa en aquella ocasión. Y lo peor, es que aún después no aprendió la lección.
Pero tú, descansa en él y consuélate en estas palabras: “que sus ojos están atentos sobre ti en todo momento para fortalecerte.”
¿A quién o a qué acudes de primera instancia cuando no hay salida aparente?
¿Es la oración tu último recurso o es tu gran ventaja frente a la estrategia del maligno?
¿Estás dispuesto a que Dios actúe y a descansar en él?